Ejercicio 2 - Encuentro con un monstruo (o varios)
Referente: Maurice Sendak - Donde viven los monstruos
Los monstruos son horribles, pero también pueden ser tiernos, melosos, aterradores, homicidas, egoístas, malhablados, apestosos, generosos, perfumados.
Hemos encontrado monstruos en nuestra vida. Y también los hemos creado. Y no ha sido fácil distinguir unos de otros.
En este ejercicio contarán encuentros que han tenido con monstruos. ¿Cómo, cuándo, dónde los encontraron? ¿Qué pasó? ¿Cómo eran? ¿Cómo se sentían, olían, lucían? ¿Qué sensación quedaba en el aire cuando se perdían de vista? No tienen que responder directamente estas preguntas, claro, pero son algunas de las que me gustaría hacerle a alguien que haya coincidido con un monstruo en, digamos, un ascensor o en una tienda de muebles o en un bosque medio carbonizado.
Y si los monstruos no existen, como dicen los incrédulos, igual, son útiles para hablar de otras cosas, de todo eso terrible, angustioso, aterrador que se encarnan en ellos y nos permiten así entender algo de lo que nos da miedo, nos angustia, nos intranquiliza. Al ver un monstruo a la luz, eso que tiene de terrible se delimita. Por más atemorizantes que sean, verles sus contornos, que comienza acá y termina allá, es un alivio.
Pueden escribir varios encuentros breves o un par menos breves o uno largo, como quieran, en la longitud sugerida.
Pero si escogen más de un monstruo, piensen cómo variar los encuentros, que haya, no sé, monstruos diurnos y nocturnos, lampiños y pelados, bullosos y mudos.
Fecha de entrega: domingo 3 de agosto, antes de la 5 p.m.
Longitud: entre 600 y 800 palabras.
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Monstruo y demonio. Dibujo del siglo XVI, de una compañía teatral de Commedia dell'arte. Parte de la colección de la Biblioteca pública de Nueva York. |
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